miércoles, 29 de junio de 2016

Elecciones 26J: ¿Conformismo o fraude?



Vamos a suponer por ahora que los números del recuento de votos de las elecciones del 26J son los reales y que no ha habido ningún tipo de manipulación de datos.
Sobre este supuesto, con los datos del Ministerio del Interior, que dan 137 escaños al Partido Popular como fuerza más votada, 14 más de los que obtuvo en las elecciones del pasado 20 de Diciembre, después de visto lo visto durante la nefasta legislatura anterior, cabría preguntarse cual es la calidad moral y ética de un país que vuelve a votar mayoritariamente la continuidad de la corrupción, del partido de Bárcenas y Rodrigo Rato, de las cajas B, del partido de los casos Gürtel, Púnica, Noos, Fabra, Pokémon, Palma Arena y un sinfín más, el de las sedes embargadas y reformadas con dinero negro, de la evasión fiscal, de los recortes en sanidad, de la laminación de derechos, de la precariedad laboral, del aumento de la desigualdad, de los rescates milmillonarios a los bancos que desahucian a familias en emergencia social, de la elitización y mercantilización del sistema educativo, de las subidas del IVA, del IBI, del IRPF y del precio de la luz, de la amnistía fiscal a los ladrones de guante blanco, de las cuentas ocultas en Suiza, de las sociedades "offshore", de la Ley Mordaza y la represión de la protesta social, de la manipulación de la televisión pública, de las concesiones a dedo, de los fondos buitres, de la especulación financiera, de la sumisión total ante la Troika, del TTIP, del vaciamiento de la hucha de las pensiones públicas, del art. 135 de la Constitución, reformado con nocturnidad, alevosía y sin referéndum, para dar prioridad al pago de la deuda ilegítima a los bancos alemanes por encima de la protección social, de la supremacía de los valores patriarcales, de las brechas salariales entre hombres y mujeres, y del exilio de los jóvenes para buscarse un futuro que aquí no tienen.

Existe una premisa fija: hay al menos 7 millones de personas para las que todo lo anteriormente citado es tolerable, un mal menor, o porque simple y llanamente les importa una mierda mientras a ellos les vaya bien.
Pero entre esos 7 millones tampoco faltan los que justifican lo injustificable, convencidos de que la vía austericida neoliberal es la única posible para que el país se recupere, los que piensan que de esta forma están defendiendo la "unidad nacional" frente al comunismo y/o el separatismo, o los que directamente desconocen el programa a aplicar y votan por inercia como si lo estuvieran haciendo por sus equipos de fútbol, como si se tratara de una hinchada que apoya a "los suyos" hasta la muerte y pase lo que pase, ¡incluso formando parte de las clases sociales que sufren sus políticas!
En este caso, y con todo lo mencionado, cabría afirmar que una parte de España es sumamente conformista, está acostumbrada a los azotes, y creen que así debe seguir siendo.

Pero hay varias claves más que han influido en estos resultados, y son las siguientes:
  • Entre muchos de los votantes del Partido Popular, es una práctica habitual llevar del brazo a votar a ancianos seniles que no saben ni en el día que viven. En Galicia se registraron denuncias por este tipo de acciones este 26J, y hasta se llegó a grabar en video uno de los casos.

  • En relación directa con el punto anterior, resulta que España es uno de los países más envejecidos de Europa, con una ancianidad educada en el franquismo, con sus valores y prejuicios sociológicos, entre ellos el miedo al progreso. Es en estos tramos de edad donde estadísticamente se concentra la mayor parte del voto del Partido Popular.

  • Hay al menos entre uno y dos millones de indecisos, cuyo voto es sumamente volátil, y son decisivos para el resultado final. Suelen ser los más permeables a las campañas mediáticas del miedo que ponen en marcha los poderes fácticos cuando ven amenazado el status quo.

  • La campaña del miedo permanente agitada contra la candidatura de Unidos Podemos por parte del Partido Popular y sus medios de comunicación afines, sin más propuestas concretas que la de evitar a toda costa el ascenso de lo que han venido a llamar "el extremismo", abriendo un falso debate entre extremismo vs. moderación, ya que se obvia el extremismo subyacente en el drama de los desahucios, en la represión policial de toda forma de protesta o en la opulencia de quienes defraudan a Hacienda mientras uno de cada tres niños españoles vive bajo el umbral de la pobreza.
    Tampoco se pueden pasar por alto los ataques del PSOE y Ciudadanos, los primeros intentando frenar el trasvase de votos hacia Unidos Podemos, y los segundos en defensa del status quo neoliberal que Unidos Podemos llamaba a superar, pero ambos en la misma línea, apelando al miedo al "peligro del populismo".

  • Por si con la campaña del miedo del "¡que vienen los comunistas-populistas-extremistas-castrobolivarianos!" no era suficiente, a última hora aparecía el 'Brexit', con sus catastróficas consecuencias para los sacrosantos mercados, para terminar de asustar definitivamente al que todavía hubiera resistido, achacando los medios toda la responsabilidad al auge del populismo (que ha sido la principal arma arrojadiza utilizada contra Unidos Podemos), omitiendo completamente el caracter inhumano y opresivo que ha tenido la Unión Europea con las clases populares europeas hasta ahora.
    El miedo a un posible efecto dominó del 'Brexit' también ha sido clave para concentrar el voto en los que han vendido su campaña como la de "la moderación y la estabilidad", aunque lo más estable que haya conseguido el Partido Popular en toda la legislatura anterior haya sido el aumento constante de la pobreza, y el periódico estallido de nuevos casos de corrupción.

  • Una ley electoral que sobreestima y convierte en decisivo el voto de zonas rurales semidespobladas, habitadas mayoritariamente por ancianos, y por tanto de voto mayoritario del Partido Popular, abaratando notablemente de esta manera el número de votos necesario para cada escaño de dicho partido.
    A ello hay que añadirle la reforma de dicha ley que introducía el voto rogado, que ha impedido votar a cerca de dos millones de españoles en el extranjero, siendo un gran porcentaje de ellos exiliados por la crisis, y por tanto, presumiblemente críticos con el gobierno del Partido Popular.

Pero luego hay algunos elementos de la jornada electoral del 26J, que analizados con más profundidad, siembran ciertas dudas acerca de la limpieza de los resultados, y en algunos medios se ha empezado a rumorear sobre un posible pucherazo.

Por un lado, tenemos a ese soldado de Cristo, fanático del Opus y condecorador de vírgenes, el hasta ahora Ministro del Interior Jorge Fernández Díaz, capaz de fechorías tales como utilizar las cloacas del Estado para fabricar escándalos o de planear el "destrozo" del sistema sanitario catalán con el fin de eliminar a sus adversarios políticos, y que era precisamente el encargado de supervisar el recuento de votos en las elecciones del 26J. Las sospechas de una posible manipulación del resultado no son infundadas, como demuestran los hechos que se describen en la siguiente noticia: La trama de Interior manipuló los concursos del recuento de las europeas y municipales

Por otro lado, tenemos a la empresa INDRA, empresa público-privada a la que la Administración ha concedido siempre el recuento electoral, salvo en las elecciones del pasado Diciembre, en las que ganó el concurso la empresa SCYTL.
Pues resulta que INDRA tampoco tiene un currículum inmaculado, que ha estado envuelta en intrigas y casos de corrupción vinculados al Partido Popular. Y para añadir más leña, su presidente es Francisco Abril-Martorell, hijo del conocido político del régimen franquista. Y el hecho de que tras haber perdido el concurso el pasado Diciembre, ahora recupere la concesión de una manera de todo menos ortodoxa, haciéndose por contratación en lugar de por concurso, y con una rebaja ¡del 40%! del importe original, es cuanto menos para mirar con lupa. Como apuntaba Paco Bello en su artículo "¿Es factible un pucherazo en España?": ¿Tanto ganan en unas elecciones como para permitirse ese ofertón, o es que la Administración estaba dilapidando el erario público? Más que nada porque, aunque un contrato de unos pocos millones de euros sea peccata minuta en una empresa que factura más de 3.000 anuales, hay que dar por supuesto que no contratan a pérdidas (excepto que existan intereses ocultos, claro).

Y por último, tenemos el extraño caso de las encuestas y el millón y pico de votos perdidos por la coalición Unidos Podemos respecto a los resultados que consiguieron Podemos e Izquierda Unida hace seis meses por separado.
Estamos de acuerdo en que las encuestas siempre tienen un margen de error, que muchas veces se pasan con la cocción, pero lo llamativo es que jamás se habían equivocado de una manera tan abultada, y, casualmente, con la candidatura que más apoyos estaba obteniendo llamando a superar el orden neoliberal y contra la que las demás formaciones pro-régimen habían hecho piña.

Veámoslo con más detalle. Porque hay números que no terminan de encajar, o mejor dicho, encajan demasiado bien. Según los datos del Ministerio del Interior, el pasado 20 de Diciembre votaron exactamente 25.350.447 personas, mientras que el 26 de Junio lo hicieron 24.186.819, es decir, exactamente 1.163.628 menos que el 20D. Unidos Podemos ha perdido respecto al 20D exactamente 1.062.628 votos. Las cifras son asombrosamente parecidas, y se hace tanto más sospechoso cuando se observa que la diferencia entre el número de nuevos abstencionistas y el de votos perdidos por Unidos Podemos es un número redondo: 101.000 exactos. ¿Cual es estadísticamente la probabilidad de que el 91,32% de los nuevos abstencionistas sean de una única candidatura, y que el resto sea un número redondo? Exacto, una entre un millón.

Podemos suponer que de los votos que ha ganado el Partido Popular, unos 376.000 son los que pierde Ciudadanos por la llamada al voto útil, y unos 106.000 que pierde el PSOE. Que parte de los que haya perdido Unidos Podemos correspondan a votantes habituales del PSOE que el 20D optaron por Podemos y ahora hayan decidido volver a votar al PSOE, pero aún así se trataría de un trasvase de votos pequeño dado que el PSOE también ha perdido votos respecto al 20D. Tampoco el voto perdido por Unidos Podemos ha ido a parar a partidos más minoritarios, dado que ninguno crece respecto a lo obtenido el 20D. Así que la única opción posible para un millón y pico de votos que no se adjudican otros partidos es la abstención. ¿Un millón de abstencionistas de golpe de una única candidatura?

La práctica totalidad de las encuestas confirmaban que Unidos Podemos superaría al PSOE, estimándoles a pie de urna una media de entre 86 y 95 escaños, por la media entre 81 y 85 que otorgaban al PSOE. Lo curioso del asunto es que los resultados reales se correspondieron casi de manera exacta con lo que las encuestas otorgaban a PSOE y Ciudadanos, y se equivocaron, justamente, con el Partido Popular, en unos 10 escaños por el voto oculto, y siendo nuevamente el partido más beneficiado por la ley electoral, y con Unidos Podemos, en cuyo caso ¡el error fue entre 20 y 25 escaños! Algo totalmente insólito.
Si al resultado obtenido por Unidos Podemos le sumáramos los 1.062.628 votos supuestamente perdidos, obtendríamos 6.112.362, una cifra más lógica teniendo en cuenta los resultados de Podemos e Izquierda Unida del 20D, y que, fíjense qué casualidad, ¡es una cifra mucho más cercana a los 86-95 escaños que les daban las encuestas a pie de urna!

Analizándolo con cierto rigor, y aparte de las cosas que hayan hecho mal o de los errores tácticos y estratégicos cometidos en la campaña, y del mayor o menor efecto de las campañas del miedo sobre el electorado, cuando un partido podrido hasta el tuétano de corrupción, protagonista de algunos de los episodios más vergonzantes de la "democracia" española (el último, el escándalo de las maniobras ocultas de Fernández Díaz, solo un par de días antes de las elecciones), y artífice de políticas tan nefastas como las mencionadas al principio de este artículo, gana 690.000 votos, mientras que aquellos que habían logrado renovar la ilusión de la izquierda, con un programa ampliamente progresista (aunque siga siendo excesivamente reformista) para atajar la emergencia social -en un país con mucha emergencia social- pierden un millón de votos de golpe... coincidirán conmigo en que hay algo que huele raro. Por eso mismo se ha puesto en marcha una plataforma que pide firmas para que autoridades españolas y europeas auditen los resultados del 26J.

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