miércoles, 23 de julio de 2014

¿Dónde está ahora la comunidad internacional?


Es la pregunta que uno no para de hacerse a sí mismo cuando ve la barbarie sobresalir por encima de los discursos humanitarios que las grandes potencias occidentales han convertido en propaganda barata, cuando uno ve lo que está ocurriendo en Gaza y lo que está ocurriendo en Ucrania, con la pasividad y el silencio cómplice de esa comunidad internacional que pone en el grito en el cielo cuando les tocan sus intereses. 

Gaza

Se nos habla de que en Gaza hay una guerra, que el Estado de Israel representa al bien, a las fuerzas democráticas y de progreso, y que se está enfrentando "en legítima defensa" a las fuerzas islamistas de Hamás, que representan al mal, al terrorismo y a la barbarie.
Hablar de guerra es la manera de justificar ante los ojos del mundo los ataques, las invasiones y los asesinatos en masa perpetrados por el Estado israelí.
Pero si analizamos los datos y el contexto actual de este conflicto, comprobamos que Palestina no tiene ejército, ni aviación, ni armada, y que la totalidad de las víctimas en Gaza son civiles inocentes, entre ellos más de cien niños. ¿Qué guerra es esta? En las guerras se enfrentan ejércitos, y en Gaza no lo hay. Cuando todos los muertos son civiles indefensos, niños que jugaban en la calle, no podemos hablar de guerra, es un genocidio en toda regla. Se está castigando, humillando y asesinando sin piedad a un pueblo famélico que subsiste hacinado, mendigando un poco de agua, constantemente aterrorizado, y sin más medios para defenderse que las piedras.

El Estado israelí alega que se defiende legítimamente de los «ataques terroristas» de Hamás, y que atacan sobre objetivos seleccionados. ¿Eran los niños asesinados en una playa objetivos seleccionados? ¿eran terroristas encubiertos? ¿eran objetivos seleccionados para el bombardeo los hospitales y las escuelas? ¿eran centros "tapadera" usados por Hamás?
Por el alcance de los ataques cualquiera diría que Israel considera a todo habitante de Gaza como miembro de Hamás o como "potencial terrorista", aunque sean niños.
También sería recomendable analizar el surgimiento de Hamás, que nació precisamente como parte de ese amplio movimiento de resistencia a la ocupación israelí, la confiscación de tierras, la construcción de asentamientos y la política de sometimiento del Estado de Israel, por lo que el mismo Israel es responsable del surgimiento de Hamás y de otros grupos armados insurgentes.

De todas formas, podemos constatar a diario la utilización profundamente sesgada del lenguaje en los medios de comunicación para referirse a actos descritos de una manera o de otra según sea su autor. Por ejemplo, cuando las milicias de la resistencia palestina capturan a un soldado israelí hablan de secuestro, y dibujan al soldado capturado como si fuera una pobre víctima de las malvadas hordas de bárbaros terroristas, cuando lo cierto es que ese soldado es un agente armado de una potencia que está ocupando por la fuerza el territorio palestino, una potencia que castiga diariamente y de forma indiscriminada a la población palestina hasta por la más nimia de las razones. ¿Derecho a defenderse? perdonen pero allí los únicos que han sido invadidos por tropas extranjeras han sido los palestinos, por lo que el derecho a defenderse les corresponde a ellos.

Y mientras se vuelan viviendas, edificios enteros, hospitales, escuelas, mientras se masacra a pobres niños que no han tenido la oportunidad de vivir una infancia digna, y mientras se mantiene al castigado pueblo palestino hacinado tras ese enorme muro de la vergüenza, viviendo siempre con la respiración acelerada por el miedo a las bombas, la llamada comunidad internacional mira hacia otro lado, guardando un silencio cómplice y miserable que condena al pueblo palestino a un nuevo holocausto.
Israel agrede, bombardea y masacra sin miramientos a población civil palestina, pero nadie le sanciona, ni le aplica bloqueos comerciales o de armas, nadie le apercibe ni se le advierte de estar "forzando" ninguna "intervención humanitaria" (acuérdense de Libia o de Siria). Además ha vulnerado hasta 65 resoluciones de la ONU sin la más mínima consecuencia. Parece que si la barbarie la comete Israel, que es de los buenos, habrá siempre una buena razón que lo justifique. Por lo general bastará con que Israel o Estados Unidos le cuelguen a su objetivo la etiqueta de "terrorista". Por eso se pueden soltar auténticas barbaridades como la del académico israelí Mordechai Kedar, que dijo que «la única cosa que podría disuadir a un terrorista suicida es que sepa, que en caso de ser detectado, su hermana o su madre serían violadas», sin que se le sancione ni se le haga nada aparte de una llamada a moderar su tono dado el caso. Israel disfruta de la impunidad que le ofrece el paraguas de la hegemonía estadounidense.

En contraste, cuando han estallado conflictos en alguno de los países de la "lista negra" de Occidente, las condenas y sanciones de la comunidad internacional no se han hecho esperar, al tiempo que financiaban y armaban en la clandestinidad a los grupos opositores al gobierno en cuestión, tales fueron los casos de Afganistán, Libia, y ahora también Siria, Venezuela y Ucrania, y si ha sido preciso, se ha convocado al Consejo de Seguridad de la ONU para aprobar intervenciones militares en los países en cuestión.
Esto sin olvidarnos de países a los que, por un motivo u otro, ya sea por su mayor poderío militar o bien por los conflictos multilaterales que acarrearía, no se atreven a atacar directamente, como es el caso de Irán o de Corea del Norte, a los que denuncian una y otra vez, les imponen sanciones y bloqueos, sobre todo a raíz de sus programas de investigación nuclear, a los que acusan de pretender usarlos para fines militares, y lo dicen precisamente quienes acumulan mayores reservas de armamento nuclear, como si dicho armamento dejase de ser peligroso si en lugar de estar en manos de Irán o de Corea del Norte, estuviese en manos de Estados Unidos, Israel, Francia o Reino Unido, siendo además que Estados Unidos, la potencia que se auto-erige como policía del mundo, es la única que ha utilizado este tipo de armas hasta la fecha, además de ser ya la que ha invadido más países en el curso de la historia.

Ucrania

No menos grave es lo que sucede en Ucrania, en lo que parece ser una nueva edición de la Guerra Fría. Hace unos meses, Ucrania abría diariamente las portadas de todos los medios de comunicación, pues había que convencer al mundo de que el gobierno de Viktor Yanukóvich, no sólo era corrupto, sino que debía ser depuesto inmediatamente y por cualquier medio, incluida la violencia.
Después del abandono del poder de Yanukóvich y el establecimiento de un gobierno provisional pro-occidental de corte neoliberal, apoyados por grupos paramilitares entrenados en Polonia por los norteamericanos, y por organizaciones de extrema derecha tales como Svoboda o Praviy Sektor (Sector Derecho), de repente Ucrania dejó de ser portada en los noticieros para pasar en el mejor de los casos a un plano muy secundario, donde solamente se informaba de las nuevas elecciones convocadas (ocultando que no pocas veces fueron insultados y hasta expulsados de la Rada por la fuerza los miembros del Partido Comunista de Ucrania), de los ansiados acuerdos firmados por la junta golpista con la UE, con el FMI y con Estados Unidos, mientras se mantenía en silencio la barbarie callejera desatada por los grupos de extrema derecha antes mencionados y que cuentan con el total beneplácito del gobierno golpista de Kiev.

Tanto en la UE como en Estados Unidos son plenamente conscientes del tipo de grupos que campan a sus anchas por el "nuevo Kiev", saben que son neonazis, fascistas, por eso los medios de comunicación occidentales no hablan de ellos, intentan evitar a toda costa que al nuevo gobierno títere de la UE y Estados Unidos se le relacione con la extrema derecha, esa a la que tantas veces han utilizado como malos en Hollywood, pero con los que no tienen reparos en colaborar en el mundo real para alcanzar sus objetivos, lo que no hace sino confirmar aquella tesis de los comunistas que decía que el fascismo es la válvula de escape de la burguesía, como ya ocurriera en la Alemania de los años 30, cuando la burguesía alemana se puso al lado de Hitler y los nazis ante el temor de perder sus prebendas y privilegios de clase.
Aunque lo parezca, lo que se ve en el siguiente video no es la Alemania de los años 30, sino la Ucrania de hoy, esa a la que apoyan incondicionalmente las potencias de la OTAN.



En el caso ucraniano, al haber abiertamente un enfrentamiento armado entre las facciones nacionalista y rebelde-antifascista, se puede percibir con más claridad el sesgo en el lenguaje utilizado por los medios de comunicación, al referirse a las milicias antifascistas del Este de Ucrania como a "terroristas separatistas pro-rusos" y nunca como a la oposición antifascista que surgió tras el golpe de Estado de los títeres de la UE y Estados Unidos apoyados por la extrema derecha nacionalista. Al colgarles la etiqueta de "terroristas", internacionalmente parecen quedar autorizados para cometer cualquier barbaridad, cualquier masacre, sin que la ONU o la llamada comunidad internacional condene y sanciones tales acciones, y se engloba todo dentro de las mal llamadas "operaciones antiterroristas", donde se ocultan los abusos y crímenes de lesa humanidad cometidos por quienes quieren "recuperar su territorio", mientras se maximizan todo lo posible las acciones violentas de los "separatistas" e incluso se les imputan crímenes sin ninguna prueba y sin llevar a cabo ninguna investigación, como el reciente derribo de un vuelo turista de Malaysia Airlines cuando sobrevolaba la región de Donetsk de camino hacia Kuala Lumpur, y del que en Kiev acusaron desde el primer momento a los "terroristas separatistas pro-rusos", cosa que parece improbable dado que las autodefensas no poseen armas capaces de derribar un avión a 10.000 metros de altura. El presidente estadounidense, Barack Obama, llegó a afirmar que estaba seguro de que Rusia estaba detrás de los hechos aún cuando la investigación ni siquiera había comenzado.
Lo único comprobado hasta el momento es que en la región donde se estrelló la nave estaba operando la división Búkov de las Fuerzas Armadas de Ucrania. Pero la verdad, nuevamente, es irrelevante. Lo importante es lo que crea la gente, y la mayoría no tiene conocimientos de ingeniería aeronáutica ni de armamento antiaéreo avanzado, por lo que hacerles creer una película es relativamente sencillo.

Lo importante aquí es que el mundo crea que Ucrania, ahora sí, es de los buenos, para que los oligarcas de la UE y Estados Unidos puedan entrar sin trabas ni obstáculos hasta las puertas de Rusia, poniendo a todo el territorio ucraniano, y por supuesto a sus recursos y su industria bajo su control. No en vano, el primer ministro de la junta golpista de Kiev, Arseni Yatseniuk, ya notificó hace unos días que «Ucrania experimentará el mayor plan de privatización en 20 años». Esto, y la posición geoestratégica de Ucrania, es lo que verdaderamente interesaba a las élites económicas que mueven los hilos en Estados Unidos y en la Unión Europea, esto y no la integridad del país, ni por supuesto la suerte que puedan correr sus desgraciados habitantes. Un precedente pero al contrario lo encontramos por ejemplo en la antigua Yugoslavia. ¿Ahí no había que proteger la integridad y la unidad del país? ¿los de Kosovo no eran separatistas? ¿el desmembramiento de Yugoslavia no violaba el derecho internacional? Los hechos de hoy vienen a demostrar que tanto Estados Unidos como la Unión Europea defienden unos hechos u otros en función de los intereses puntuales de la oligarquía económica que marca sus respectivas agendas geopolíticas.

Y si para satisfacer dichos intereses hay que arrasar medio país o hacer una limpieza étnica, como dejó entrever el Ministro de Defensa ucraniano, Mikhail Koval, al anunciar públicamente su proyecto de internar a los residentes del Donbass (de mayoría rusoparlante) en "campos de filtraje" para reinstalarlos por la fuerza en otras regiones de Ucrania. ¿Suena un poco... nazi? Todas las evidencias apuntan a las mismas sospechas, como también las declaraciones de Arseni Yatseniuk, tan sólo un día después de las de Koval, en las que calificaba de «subhumanos» a los defensores del federalismo de las regiones orientales de Ucrania.

Pues bien, estas intolerables declaraciones de marcado corte nazi no sólo no reciben condenas, sino que además sus colegas de Estados Unidos lo defienden abiertamente, declarando que Yatseniuk ha abogado constantemente por la búsqueda de una solución pacífica. ¿Tan pacífica como su llegada al poder? ¿o tan pacífica como para llevar al ejército a masacrar al que no reconozca al gobierno golpista?

El "proyecto" que Koval se trae entre manos para la gente del Donbass representa una clara violación del derecho internacional y constituye un crimen de lesa humanidad. Y Yatseniuk con su apoyo y sus declaraciones discriminatorias y racistas, como primer ministro, es también responsable de los crímenes contra la humanidad que el gobierno golpista de Kiev está llevando a cabo desde su llegada al poder.
Esto merecería la más severa de las sanciones internacionales, y sin embargo, de las únicas sanciones que se habla son de las que pretenden imponer a Rusia, por su supuesta injerencia en el asunto, es decir, por no dar facilidades a los golpistas de Kiev.
Nada oiremos sobre las declaraciones de Koval o las de Yatseniuk de la llamada comunidad internacional ni de la ONU, porque al fin y al cabo, esa comunidad internacional son las mismas potencias causantes del conflicto.

Por tanto, y para responder a la pregunta del título: ¿Dónde está ahora la comunidad internacional?
Está ocupada en este momento viendo la forma de responsabilizar a Rusia de todo lo que sucede en Ucrania, y criminalizando a todo el que se oponga al régimen establecido en Kiev, acusándoles de "terroristas".

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