miércoles, 23 de abril de 2014

Miedo al fin del bipartidismo


Lentamente, con cuentagotas, pero poco a poco, parte de la población española va reaccionando ante la gran estafa que siguen empeñados en llamar crisis económica, van tomando conciencia y empiezan a ver quiénes son los verdaderos responsables de una situación que ya se antoja larga y extenuante para las capas más desfavorecidas de la sociedad, e incluso para aquellos que antes no eran tan desfavorecidos.

En este artículo del 15 de Febrero en el diario El Confidencial, José Antonio Zarzalejos mostraba cierta preocupación por la popularidad que están ganando opciones políticas contrarias (al menos en su mayor parte) al sistema económico y político tal y como está conformado en la actualidad en España, precisamente con motivo, además de la "insinceridad" del sistema, del impacto de la estafa económica antes mencionada. El que fuera director del derechista y profundamente casposo diario ABC no esconde sus apreciaciones subjetivas sobre el hipotético "peligro" para el sistema democrático que representan opciones de la izquierda transformadora como las que representan las formaciones de Alberto Garzón (IU) o Pablo Iglesias (Podemos), a las que considera un peligro mayor que la extrema derecha al declarar que:
"Aunque interesadamente se diga lo contrario, el peligro de acoso -e improbable derribo- del sistema democrático entendido al modo convencional, no procede de la extrema derecha, sino de un discurso radical e iconoclasta de la extrema izquierda."
Barreras ideológicas aparte, el ex-director de ABC justifica el punto de mira sobre lo que él llama despectivamente "la extrema izquierda" basándose en la encuesta de Metroscopia que publicó El País el 5 de Febrero, en la que al parecer 1.028.901 personas se situaron ideológicamente en la extrema izquierda (muy numerosos para su gusto), mientras que 342.967 fueron las que se situaron en la extrema derecha, obviando el hecho de que la extrema derecha también está creciendo a un ritmo acelerado a raíz de sus discursos populistas y xenófobos, que calan mejor que nunca en situaciones como la actual, bajo el paraguas que proporciona el hecho de no ser considerados una amenaza por el régimen vigente.
El señor Zarzalejos no parece tener en cuenta la historia, pasando por alto el rápido ascenso de los nazis en la Alemania de los años 30, cuando tampoco entonces hubo una oposición política que atajase decididamente el impulso que empezaba a tener la extrema derecha.
También obvia el hecho de que aunque la extrema derecha sea menos numerosa, es sin duda mucho más dada a los actos violentos que la izquierda radical, a la que se quiere hacer pasar en su totalidad por "violentos extremistas", cuando es la extrema derecha la que acumula mayor número de casos de ataques, palizas e incluso asesinatos (sin que por ello se pretenda justificar en ningún momento la violencia gratuita, venga de donde venga).

Pero volviendo al tema del artículo, Zarzalejos se refiere a las propuestas de Alberto Garzón y de Pablo Iglesias de manera sarcástica como un "añoso discurso izquierdista que parecía contemporáneo sólo por la indumentaria verbal", cuando éstos lo que proponen esencialmente es la transformación radical del sistema político y la necesidad de un empoderamiento popular que ponga en manos del pueblo su propia soberanía, la única manera de ejercer con plenitud, o al menos con mayores garantías, el ejercicio de la democracia. ¿Es eso un discurso anticuado?
Pero al parecer para Zarzalejos, todo lo que implique modificar un ápice el sistema bipartidista y traspasar más poder de decisión a los ciudadanos es considerado algo "añoso", antiguo, desfasado, como si lo moderno y novedoso fuese un sistema en el que los ciudadanos sólo cuentan para decidir cada cuatro años la máscara que van a llevar los que realmente deciden e influyen en las decisiones políticas.
Si el discurso de la izquierda radical resulta "añoso", lo es simple y llanamente porque en esencia las cosas han cambiado muy poco en el último siglo en lo que a participación ciudadana en la política se refiere, lo que hace que el discurso "moderado" y "sensato", ese que defiende al sistema representativo liberal, sea aún más "añoso". Como muestra de ello, estas palabras del gran Benito Pérez Galdós en 1912, en las que se refería al turnismo del Partido Conservador de Cánovas del Castillo y el Partido Liberal de Sagasta, y que es perfectamente extrapolable al presente:
"Los dos partidos que se han concordado para turnarse pacíficamente en el Poder son dos manadas de hombres que no aspiran más que a pastar en el presupuesto.
Carecen de ideales, ningún fin elevado los mueve; no mejorarán en lo más mínimo las condiciones de vida de esta infeliz raza, pobrísima y analfabeta.
Pasarán unos tras otros dejando todo como hoy se halla, y llevarán a España a un estado de consunción que, de fijo, ha de acabar en muerte.
No acometerán ni el problema religioso, ni el económico, ni el educativo; no harán más que burocracia pura, caciquismo, estéril trabajo de recomendaciones, favores a los amigotes, legislar sin ninguna eficacia práctica, y adelante con los farolitos...(...)"
En efecto, tanto los partidos Conservador y Liberal de hace un siglo, como el PP y el PSOE hoy, son los partidos que mantienen la estabilidad del régimen, unos en la España de la Restauración Borbónica, y los otros en la España post-franquista, una estabilidad que ha venido siempre dada por la alineación con los intereses del poder económico de su época. Lejos de todo enfrentamiento con el poder establecido, lejos de las necesidades del pueblo. Y para el señor Zarzalejos, todo lo que sea experimentar con fórmulas nuevas, cambiar las bases del poder, como a buen reaccionario, le genera rechazo y lo considera, paradójicamente, un peligro para el sistema democrático. Para él, una monarquía inviolable impuesta por un dictador fascista, legitimada por un sistema podrido que secuestra la soberanía popular y que entierra en el olvido la justicia, pero que hace -o pretende hacer- creer que se vive en una sociedad libre y democrática, es lo deseable y lo mejor a lo que se puede aspirar como nación. Nada de procesos constituyentes ni de experimentos de democracia participativa, y mucho menos de redistribución de la riqueza. Todo eso para Zarzalejos comprende el grueso de lo que él llama "el discurso radical de la extrema izquierda", como si ese discurso evocara cosas completamente disparatadas que no tienen cabida en nuestra sociedad actual. ¿Acaso buscar la ampliación de la democracia y la justicia social sería derribar el sistema democrático? Diminuto concepto de la democracia el que tiene el señor Zarzalejos.

A estas alturas no es difícil adivinar que para los únicos para los que no tienen cabida las propuestas de Alberto Garzón y Pablo Iglesias son para aquellos que están alineados con el poder económico de hoy, aquellos a los que no les interesa que la democracia se expanda y se abra, y sobre todo, a aquellos que bajo ningún concepto están dispuestos a ceder ni el más mínimo de sus privilegios. José Antonio Zarzalejos forma parte de ese grupo, de los que quieren que todo se mantenga tal y como está, de esos a los que no les gustan los grandes cambios, pues consideran que siempre son a peor, por ello no escatima a la hora de hacer llamamientos a los medios para "tratar" el auge que están viviendo las propuestas de la izquierda transformadora, radical si se quiere, es decir, a deslegitimar estas propuestas al igual que hicieron en Grecia en 2012 para frenar a una Syriza que amenazaba con romper el 'establishment'.

Los métodos no variarían mucho, seguirán utilizando el discurso del miedo para 'acojonar' a la población, con aquello de la expulsión de la Unión Europea, la salida del Euro, la quiebra de las entidades financieras y del Estado, el caos económico, y el posible colapso del sistema democrático.
En Grecia consiguieron a última hora infundir el miedo suficiente para que resultase ganadora por poco la formación liberal conservadora ND (Nea Demokratia), los favoritos de la Troika, y como hoy podemos ver, salvaron el 'establishment', salvaron a la banca privada, pero no han resuelto el caos económico, político y social que sufre Grecia, la pobreza ha seguido aumentando hasta niveles insoportables, los derechos sociales son ya prácticamente inexistentes, y se ha procedido al desmantelamiento de lo que quedaba de lo público. Los burócratas del capital financiero son los únicos que han salido ganando en la encrucijada griega. El pueblo trabajador griego está peor que nunca. Y esa es la triste realidad a la que estamos abocados en España si nos dejamos llevar por el discurso del miedo de la manada de buitres de la Troika y los agoreros de la caverna mediática.
Los primeros pasos ya se han dado y se están dejando notar.

Pero por si con el discurso del caos económico no es suficiente para infundir el espanto al voto de cualquier propuesta que tenga la osadía de desafiar al poder de la casta dominante, tampoco escatimarán en esfuerzos para revestirlas como discursos populistas con oscuros fines y ligándolas con el totalitarismo y los 'gulags'.
Para José Antonio Zarzalejos, así como para el resto de medios de comunicación de masas, en manos de poderosos capitalistas, la extrema izquierda, la izquierda radical o izquierda transformadora es antidemocrática, totalitaria y violenta, equiparable a la extrema derecha, no porque esto se vislumbre en el discurso, la teoría o los principios de esa izquierda, ni siquiera en sus actos, pues hay municipios en España que están gobernados por partidos que podríamos denominar de izquierda radical (entiéndase radical como posición política que va a la raíz de los problemas, no como fanatismo), que contrariamente a lo que pregonan los medios, no han establecido un régimen totalitario y represivo de partido único, sino que al contrario, como es por ejemplo el caso de Marinaleda, tienen un funcionamiento mucho más democrático que la casi totalidad del resto de municipios del Estado, donde las políticas municipales se deciden en asamblea popular con la participación libre de sus habitantes.
La deducción del "totalitarismo" de la izquierda radical que hacen los medios tampoco es consecuencia de la comprensión de sus principios y conceptos, sino que se reduce a los tópicos y clichés habituales repetidos hasta la extenuación por los medios de propaganda y la prensa liberal desde los tiempos de la Guerra Fría.
La prensa y los medios de Occidente pretenden hacer creer a todo el mundo que toda organización a la izquierda de la socialdemocracia pretende instaurar un régimen clon de la URSS, sin tener en cuenta las circunstancias y las condiciones políticas y sociales del entorno, ni su historia, ni su cultura. No tienen en cuenta estas cosas, y no creen que en la izquierda radical se piense en nada de esto, lo único en lo que creen -o quieren creer- es que el fin de dichas organizaciones es establecer un régimen totalitario de partido único y esclavizar a la población (cosa que por cierto sucede en países supuestamente democráticos) allí donde tengan la oportunidad, y que los principios que la filosofía marxista defiende son sólo maquillaje para endulzar el régimen de terror.

Se hará lo posible por criminalizar y deslegitimar este tipo de propuestas, y por descontado se omitirán los logros sociales conseguidos allí donde se hagan o se hayan hecho políticas de corte socialista, ni se hablará de los avances democráticos como los conseguidos en el Estado indio de Kerala, sobre todo si la situación para los partidos pilares del bipartidismo, como en Grecia, empieza a ponerse fea, cosa que, como ya hemos dicho anteriormente, no es deseable para gente como el señor Zarzalejos, que entiende que fuera del bipartidismo no podría haber régimen democrático alguno. Para ellos el único y exclusivo modelo de democracia viable es el representativo liberal. Pero los que más temen el hundimiento del bipartidismo son aquellos que llevan décadas y décadas utilizando este modelo (en España desde 1977) para encubrir lo que en realidad son gobiernos oligárquicos copados por sus poderosas corporaciones privadas. En Grecia se llevaron un susto hace dos años. Además, las encuestas están dando a Syriza como vencedor para las próximas elecciones municipales griegas. Y en España los dos pilares del bipartidismo están en caída libre en intención de voto mientras opciones como IU empiezan a comerles terreno, y como resalta Zarzalejos en su artículo, hay preocupación y miedo -aún no aceptado- en la casta dominante por lo que podría llegar a ser el principio del fin del bipartidismo, por eso ya han empezado a sonar algunas voces que llaman a formar gobiernos de coalición entre PP y PSOE, lo que deja al descubierto la naturaleza de ambos partidos y del propio sistema.

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