jueves, 1 de agosto de 2013

No basta con pedir perdón


El 1 de Agosto, cuando dan comienzo las vacaciones estivales, fue el día elegido por Mariano Rajoy para comparecer ante el pleno del Congreso de los Diputados y dar las supuestas explicaciones que no sólo los diversos grupos parlamentarios exigen, sino que es algo que exige el grueso de la sociedad española y el mismo ejercicio de la política en un Estado que se dice "democrático", paralizado por el caso de corrupción más grande conocido en la historia de la política en España, probablemente desde los pucherazos de la España de la Restauración de Cánovas y Sagasta.

Como era de esperarse, el plan de Rajoy no pasaba por confesar con escrupulosa transparencia los detalles de su relación con el delincuente Luis Bárcenas, ni por admitir que hubiera recibido importantes sobresueldos en dinero negro durante años -porque recordemos que Bárcenas ha sido el tesorero del Partido Popular durante dos décadas-, y mucho menos, que el PP se haya estado financiando de manera ilegal.
Luis Bárcenas escoltado por la Policía

No. Nada de eso. El plan era ir de víctima, interpretar el papel del pobre ingenuo engañado y traicionado por un delincuente sin escrúpulos ni moral, pedir perdón, decir que se había equivocado [confiando en Luis Bárcenas]... y ya está. Por supuesto, en ningún momento se ha planteado, ni de forma remota, la posibilidad de dimitir.
El acto recuerda un poco al que protagonizó en su momento el monarca tras su aventura safari cazaelefantes. El monarca en ningún momento pensó que tuviese que dar explicaciones detalladas ni asumir más responsabilidades que la de pedir perdón públicamente -fuese o no de forma sincera-. Y como en España tenemos ese vacío legislativo para reclamar legalmente responsabilidades a nuestro nunca electo Jefe del Estado, pues con eso basta. Disculpa y para casa.

En Alemania, dimitió la ministra de Educación, Annette Schavan, por plagiar su tesis doctoral, tras lo cual la Universidad de Düsseldorf anuló su título de doctora.
En Japón, dimitió el ministro de Exteriores, Seiji Maehara, por aceptar una donación ilegal de 50.000 yenes (unos 435 euros). Una minucia al lado de lo que han llegado a cobrar de más algunos importantes cargos del PP en España.
En Bulgaria, dimitió todo el gobierno en bloque tras una oleada de protestas provocada por el encarecimiento de la factura de la luz, que al principio fue contestada con represión policial, pero que tras avivarse aún más, el gobierno respondió con la capitulación. Es decir, que por mucho menos de lo que ocurre en España, en otros países, que no están precisamente gobernados por la izquierda, se asumen responsabilidades y se dimite, aunque tenga que ser el gobierno al completo.

Pero España no es Alemania, ni Japón, ni Bulgaria. Aquí no se lleva eso de dimitir de altos cargos. Lo de aferrarse a las poltronas lleva mucho tiempo arraigado en la peculiar cultura política de España. Aquí no hubo un cambio drástico y total de régimen, no se abolieron las antiguas instituciones, como sí ocurrió en los países citados. Por eso, por mucho que suba la factura de la luz, por mucho que suba el IVA, por mucho que nos "desvalijen" con el precio de los carburantes, por muchos recortes que hagan en educación, sanidad y dependencia, por más que salgan día tras día trapos de corrupción del partido en el poder, por más que se demuestre que altos cargos del partido recibieron ingentes cantidades de dinero negro, por más que se demuestre que el partido se financió de forma ilegal, aquí no dimite ni dios. Es más, lo seguirán negando todo aunque la evidencia les golpee en las narices. Y cuando no puedan negarlo simplemente se harán los tontos, las víctimas, y saldrán a resolver la papeleta simplemente diciendo que se habían equivocado, como ha hecho Mariano Rajoy.

Pero pedir perdón no basta. No queremos disculpas, las disculpas no nos sirven para nada. Lo que queremos, primero, es saber absolutamente toda la verdad, y después, que se asuman debidamente las responsabilidades políticas y se actúe en consecuencia. Mariano Rajoy ya debería haber dimitido hace rato. Él y otros tantos cargos del partido.
Y por supuesto, como ocurriría en cualquier otro país medianamente serio, si un partido se financia ilegalmente, se procede a su ilegalización.
Pero en este cacicato llamado España, donde desde la monarquía hasta la justicia están corrompidos, cuando un diputado de ICV llama "corrupto" al corrupto, el Presidente del Congreso le pide que controle su oratoria, mientras que cuando desde las filas del PP llaman a éste "imbécil" y "canalla", el Presidente del Congreso guarda silencio.

Decía Esteban González Pons a mediodía a la radio que "No se le puede tener más credibilidad a un presunto delincuente en proceso judicial que al Presidente del Gobierno, ya que Luis Bárcenas tiene el derecho a mentir e inventarse cosas, pero el Presidente del Gobierno tiene la obligación de decir siempre la verdad".

Y desde aquí le decimos a Esteban González Pons que ni siquiera el cargo de Presidente del Gobierno otorga a nadie la credibilidad absoluta en sus palabras, más aún cuando sus actos contradicen a sus palabras.
Mariano Rajoy fue el que dijo que no subiría el IVA, que nunca le metería la tijera a la sanidad y la educación pública, que no tocaría las pensiones, que jamás inyectaría un solo euro de dinero público a los bancos, y sin embargo, al final hizo todo eso, todo lo que dijo que no haría. Claro que siempre se le puede echar la culpa al gobierno anterior.
También mintió cuando se le preguntó en los medios por su último contacto con Luis Bárcenas, asegurando que hacía bastante tiempo cuando no era cierto, ya que habían mantenido contactos tan sólo 7 días antes de esa comparecencia. Y continúa negando que recibiese sobresueldos de dinero negro cuando los papeles de contabilidad de Luis Bárcenas dicen todo lo contrario. Entonces, si mintió, no una vez sino muchas y reiteradas veces, ¿por qué no iba a hacerlo ahora también?
Tampoco sería la primera vez que miente un Presidente del Gobierno en este país, recordemos, por ejemplo, que en 2004 el gobierno del PP de José María Aznar -que dicho sea de paso, fue quien nombró como sucesor a Mariano Rajoy- ya mintió en lo relativo a la autoría del atentado del 11-M en la estación de Atocha de Madrid por meros intereses políticos -ya que las elecciones generales se celebraban sólo tres días más tarde-.

En vista de que no es la primera vez que un alto cargo del PP miente para preservar sus intereses, y que se destapan casos de corrupción de este partido prácticamente a diario, ¿qué credibilidad esperan tener?

Se han acabado las alternativas y la paciencia del pueblo. La única salida de este gobierno, por las buenas, es la dimisión.

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