¿Cúantas veces hemos pedido los ciudadanos españoles la reforma de la Ley Electoral para precisamente hacerla más democrática?
¿Cuántas veces han pedido los ciudadanos de algunos pueblos del Estado referéndums para que se reconozcan sus derechos y su autonomía?
¿Cuántas veces un gran porcentaje de la población española ha pedido un referéndum estatal para poder elegir entre una república o una monarquía continuísta?
Se contarán por miles las veces que los ciudadanos han hecho estas peticiones, y siempre se hizo caso omiso, o, en el mejor de los casos, cuando se les contestó simplemente se les dijo que eso era imposible porque para ello habría que reformar la Constitución, algo que era impensable pues su texto era sagrado e intocable para las dos facciones del poder único impuesto en España.